En algunos de nuestros recientes artículos del blog se han tratado las nuevas circunstancias a las que nos enfrentamos actualmente. Por ejemplo, mi compañero escribió sobre el teletrabajo y los nuevos y numerosos cargos que tiene que desempeñar debido a ello. También escribió sobre la experiencia de compartir un espacio de trabajo con su familia —conocidos ahora como compañeros de trabajo— entre los que se incluye un terrier muy juguetón. Esto le llevó a plantearse las instalaciones que tiene a su alcance en el trabajo y, en concreto, lo fácil que es imprimir en nuestra oficina. Hasta qué punto es algo que debemos apreciar en lugar de dar por sentado.
Antes de su artículo, solo en uno de mis artículos del blog hablé sobre que muchos de nosotros hacíamos un análisis de nuestra vida personal, pero no tanto de la profesional. Escribimos sobre «la nueva normalidad» y, claro, soy consciente de que más o menos tenemos controlado lo que nos ha traído la pandemia de COVID, pero parece que el virus todavía nos deparará algunas sorpresas. Por tanto, parece inevitable pensar que el coronavirus no va a hacer que la situación actual se mantenga para siempre.
Esto me lleva a otro tema: mientras cocinaba, pensaba lo cómodo que resulta recibir la compra en casa. También estuve pensando en las semanas de locura de marzo y abril, en las que los supermercados estaban abarrotados y los pedidos en línea no podían procesarse. Recuerdo el lujo que suponía poder volver a hacer mi pedido sin tener que poner un pie en una tienda... un lugar lleno de gente que podría estar tan concentrada en comprar que dejaría de pensar en mantener la distancia. Pues sí, me encanta pedir por Internet, recibir mi pedido en casa y no tener que lavarme las manos y desinfectar mi ropa. Y es comodísimo recibirlo todo a través de un mismo comercio. Seguro que aquellos que han leído artículos míos anteriores ya saben cuál es la siguiente parada de mi cerebro: mi trabajo.
En este caso concreto, me acordé de una página que creé hace poco sobre gestión de impresión front to end y lo lógico que resulta tener implementada una sola solución capaz de resolver todas sus necesidades (de output de documentos). En la página se menciona el resultado de una encuesta en la que se reveló que más del 60 % de todas las organizaciones tienen varios sistemas de gestión de impresión instalados. ¿Se imagina lo que eso conlleva? Exacto: una pesadilla de administración. Cada sistema tiene su propia interfaz de gestión, y cada una de ellas gestiona una serie de dispositivos. Imprimen desde Windows, SAP o sistemas sanitarios de historia clínica electrónica. ¿Cómo se puede lograr que la impresión sea fluida y fiable cuando hay varios sistemas instalados?
La respuesta es sencilla: es imposible. Al menos eso es lo que nos dicen nuestros clientes cuando cambian a nuestras soluciones. Entonces, ¿por qué tantas empresas eligen un entorno así de complejo? Lo normal es que tenga su origen en la necesidad de controlar la impresión desde Windows. La impresión desde aplicaciones suele quedarse atrás. Hay un montón de soluciones de gestión de impresión que controlan la impresión en Windows, así que resulta lógico que ahí radique el principio de la complejidad (o sea, del drama). Cada oficina compra una solución puntual concreta en un momento concreto, lo que se traduce en diversos contratos y soluciones. Cuando se trata de multinacionales, tener varios contratos en países distintos para dispositivos diferentes es para nada una excepción, sino más bien la regla. Todos estos contextos impiden tener una visión general centralizada y un solo punto de control de la impresión. Otros elementos que contribuyen a la complejidad son las adquisiciones y los contratos que pasan a formar parte de la nueva organización de la mano del personal y el hardware.
Ya hemos compartido numerosos artículos sobre grandes empresas que emplean servidores de impresión Windows para imprimir aplicaciones y hemos explicado que solo añaden más capas de complejidad. Se ven obligados a añadir más hardware y software para gestionar estos entornos. Esto resulta irónico cuando, como pasa con las compras de alimentación por Internet; podrían simplificarlo todo enormemente con un mismo recurso que resolviera todas las necesidades que tienen. El problema es que el ser humano está programado para hacer que una situación imposible funcione si es posible. Seguramente no tenga sentido, pero tendemos a agarrarnos a lo que ya tenemos y hacer que funcione. Hasta que deja de funcionar.
En ese momento es cuando nosotros entramos en juego, ya que lo que LRS hace es facilitar las cosas. Ofrecemos una solución integral con una sola capa que controla todos los aspectos del output de documentos. ¿Qué le parece? Es muy sencillo. Pero no tiene que confiar en nuestra palabra, sino simplemente escuchar la opinión de los clientes de LRS.
Ahora que ya hemos tratado este tema, puedo volver a los fogones. Resulta que me falta un ingrediente para la cena de esta noche, así que al final voy a tener que ir al supermercado. Como le pasa a la mayoría de la gente, a veces me concentro tanto en una sola cosa que pierdo la perspectiva general. En este caso, el resultado es que se me han olvidado cosas de la lista de la compra. Es una molestia mínima para la cena de esta noche, pero cuando grandes empresas son incapaces de observar una perspectiva integral, las repercusiones pueden ser graves y, además, innecesarias. Espero que este artículo le haya dado que pensar y le ayude a mantener una perspectiva más amplia sobre la gestión del output. Tengo que salir antes de que me cierre la tienda, pero si quiere hablar de este tema con un profesional, no olvide que siempre tiene a su disposición un compañero de LRS para tratar sus dudas.